Nº1 Cáncer de Cara Recurrente

Iniciamos esta serie de casos de éxito en medición de radiaciones electromagnéticas con aquellos que nos llamaron la atención principalmente por su desenlace, y con dos objetivos finales:

  1. Hacer prevención de riesgos para todas aquellas personas que pudieran estar o haber estado en una situación similar.
  2. Ejemplificar la ética, el rigor y la profundidad de miras con las que realizamos muestro trabajo.

Fuente de la imagen de portada: MD Anderson Cancer Center.

Antecedentes

Una mujer de unos 50 años de edad en ese momento, se puso en contacto conmigo por teléfono hace ahora 14 años, para efectuar el estudio de la contaminación electromagnética de su vivienda siguiendo las recomendaciones de la doctora que en ese momento la estaba tratando a nivel privado con medicina alternativa, y dado que no estaba logrando obtener óptimos resultados.

Antes de continuar vamos a aclarar que por razones de confidencialidad tan sólo mencionaremos en este y otros casos de éxito en medición de radiaciones los datos estrictamente necesarios para que se comprenda bien cada relato.

Estudio técnico

Cuando llegué a su casa lo primero que pude comprobar es que las antenas de telefonía que estaban situadas en un edificio muy cercano, y de las que ella sospechaba que pudieran ser causa de sus problemas, casi no la afectaban (a veces sucede como en este caso, por diferencia de alturas y obstáculos intermedios), al igual que el router WiFi situado en el cuarto de su marido, cuya radiación era mayor que la que le llegaba de las antenas de telefonía, pero aún así no tan alta como para explicar su enfermedad.

En la cocina se midieron niveles elevados de campos electromagnéticos cerca del horno microondas (casi todos tienen «fugas» cuando se encienden) que ella usaba mucho, así como cerca del horno convencional (debido a un reloj que llevaba incorporado con un transformador asociado) situado debajo de la vitro. que recomendé usara en adelante alejándose de ella en la medida de lo posible (al menos a medio metro de distancia).

En el dormitorio medimos altos niveles de campo eléctrico debido los cables que pasan por dentro de la pared del cabecero de la cama, y que se reducían a niveles correctos desde un punto de vista biológico con tan sólo separar la cabecera de la cama a 20 centímetros de la pared.

Dispersión de ondas

Imagen: recreación de las ondas electromagnéticas generadas por los cables del cabecero de la cama.

Además, detectamos una alteración geopatógena en el lado derecho de la cama (que se pudo evitar reubicando la cama hacia la izquierda), y niveles altos de electricidad estática en tabla hecha de un material sintético situada en el cabecero de la cama, que recomendamos sustituir por otra de materiales naturales. Todos ellos, problemas importantes pero que en mi opinión seguían sin explicar por completo la posible causa de algo tan grave como un cáncer de cara recurrente.

A continuación comprobé los niveles de radioactividad (rayos X, gamma, etc.) viendo que estaban muy por debajo de los límites y del promedio de viviendas en toda España.  En cambio, los niveles de electricidad sucia (armónicos de red, corrientes parásitas, etc.) sí estaban altos toda la casa, y especialmente cuando se encendía un flexo con luz halógena y transformador en su base, que utilizaba su marido, y que recomendé sustituyera por otro similar pero sin transformador, o bien con bombilla de filamento.

Sin embargo yo seguía pensando que debería de haber un problema más grave y finalmente lo hallé.

El mayor problema

Entonces le pedí que me fuera encendiendo de uno en uno los aparatos de tipo médico que tenía en una de las habitaciones de la casa, y que habían marcado niveles bajos previamente (en situación de reposo), y ahí fue cuando al fin hallé que en uno de ellos, en concreto en un flexo con lupa y luz en forma de anillo de tipo fluorescente, estaba emitiendo con un nivel de campo magnético de 3500 nanoteslas, es decir, 35 veces por encima del límite recomendable desde un punto de vista biológico.

Imagen: detalle lámpara con fluorescente y lupa.

Después me explicó que ella trabajaba como esteticista en ese cuarto de su casa, y que había estado utilizando ese flexo de luz con lupa pegado a la cara cuando miraba a sus pacientes, normalmente durante 12 horas cada día y así durante 20 años. También me comentó un poco antes, que el médico que la atendía en la Seguridad Social le había tratado y corregido varias veces un tumor benigno de forma y configuración como nunca antes habían visto, debido a que se extendía por toda la cara y la parte frontal del cerebro. Sorprendente ¿verdad?. Pero es que ella además notaba un dolor en la frente cuando se acercaba a la lámpara, y había perdido capacidades mentales (de memoria, agilidad, etc.) en los últimos años. El resto de equipos también tenían campos magnéticos (aunque no tan intensos) que debería evitar con distancias de medio metro o más.

Finalicé mi intervención con una serie de consejos de alimentación y medicina natural en base a mi experiencia como afectado de electrohipersensibidad, y a mi posterior notable y progresiva mejoría.

Consideraciones finales

En aquellos años (del 2011 hacia atrás) todavía no se estaban comercializando en España los flexos con lupa y luz en forma de anillo tipo LED (en lugar de tubo fluorescente), que son los que les recomiendo a todos aquellos que quieran hacer prevención de riesgos a partir de ahora y tras la lectura de estos casos de éxito en medición de radiaciones.

Por último me gustaría aclarar que las luminarias con tubos fluorescentes de los techos que todavía se pueden ver hoy en día en muchas oficinas y en las cocinas de algunas viviendas también emiten niveles muy elevados de campos electromagnéticos, pero no nos afectan tanto debido a que su distancia respecto de las cabezas y el resto del cuerpo es mucho mayor.

Foto: luminarias con tubos fluorescentes en el entorno laboral.

Aún así siempre sería mejor sustituirlas por luminarias de tipo halógeno sin transformadores, o bien por LEDs.